Todos los días leo asterix y obelix y me gusta mucho. Ahora tengo uno nuevo que se llama asterix gladiador. El que mira mis dibujos y no deja comentarios tiene cara de chancho

Sunday, October 01, 2006

Historia de Reinicio Saravia, el TAMAL peregrino

Esta es la historia de un tamal jujeño que decidió emprender el largo viaje para conocer la gran ciudad, Buenos Aires, la Faraona de la Pirita, falso oro del alto Perú.
Al llegar y pisar caca de perro se dijo para sus suculentos adentros "a la final, esto es igual que en el pago, chango", pero un muy apurado señor con dientes de conejo y reloj protuberante Rolex paraguayo, se lo llevó puesto, no le pidió disculpas y le dijo que pararse ahí "tá mal".
Reinicio entonces no tardó en comprender que en el hacinamiento urbano las identidades anónimas permiten todo tipo de atropello y tropelías, y se preguntó si la superioridad moral de su comarca última, la megalópolis "Mecojíun Cuatí", no se debería a la estrechez y a que si algo faltaba lo tuvo que haber robado uno de los cuatro o cinco paisanos,a no ser que el Malino se estuviera maliciando algo sin iestro, como la luz mala que baja las tensiónes.

Estanislao Cayote, un quesillo de cabra nacido y criado en Salta, salta, salta, salta y sobresalta pero que por trabajo de había venido al Conurbano, lo ayudó a levantarse y se transformó de allí en más en su queso fiel escudero.

Muy pronto Reinicio y Estanislao (que era del Campo) se infiltraron en el jardín de Pichina Porota García, que de joven supo ser una sirena pero ahora se había convertido en toda una ballena en alpargatas. Allí el perrito Palermo (una cruza de mastín napolitano y chihuaha ovejero) olisqueó algo extraño, pero Pichina tuvo que ir a abrir la puerta de su casilla de Aldo Bonzi y no le llegó a prestar atención.
-Soy ió, Flol de Loto-dijo su vecina taiwanesa Anahí Flor de Rotho-vengo a que me convide una tacita de losa de aloz.
La obesa señora empezó a buscar en la alacena y la despensa, mientras Reinicio asomaba la ristra para descubrir a la mascota que secundaba a la extravagante japonesa Rotho: se trataba nada menos que de una formoseña tamala achinada cuya despampanante hermosura que robaba el aliento, y a la cual daban ganas de comersela cruda a besos IPSO FACTO. Nuestro héroe tamal nunca había visto una tamala tan bella agraciada infartante escultural y deliciosa en su perra vida rastrera y ardía en picantes deseos de cubrirla con su rubicunda piel de maiz y de lamer extasiado su tierna carne regional. Pensó incluso en trasladarse de forma permanente a Hong-Kong para nunca más volver a ver a sus allegados y amigos de toda la vida, Oscar de la Olla, Alba Cafresca, el tenedor de bonos italiano Giuseppe-que tenía pasta de escritor, la remera de Gi&Jo que en realidad no le importaba ahora un Cara&Jo y Abraham, el porquerizo guardián. ¿Serán todas las chinas tan infartantes?, se preguntaba, y al hacerlo las especias que lo sazonaban cual gorriones que se arremolinan en pos de las buenas migas golpeteaban fuertemente contra su cáscara.
Ni lerdo ni siempre perezoso, Reinicio saltó a la taza de arroz doble carolina tipo ooo yamani sin temor a llenarse de granos y pensando sólo en hacer cosas pa'ella.

Una vez en la casita de té de papel de la asiática con ciática, Reinicio esquivó al temible gato Suller y se acercó al baño en el que la tamala se estaba pegando una impostergable ducha. ¿Cuál será el nombre de esta extraordinaria criatura? se preguntaba mientras se repetía "tengo que hacer la mía" o "tengo que hacerla mía" o algo así.

En ese momento Flor gritó: -Apulate Tamala que se va a a il todo el awa- y Reincio repitió su nobre como un poseso cual si se tratara de un sortilegio prodigioso: TAMARA.

Sin tiempo que perder irrumpió en el excusado y descorriendo el velo de la cortina de baño, le introdujo un jabón en la boca y le dijo: -Yo te protegeré, Tamara, tu dueña quiere almorzarte pasado mañana, por favor no grites, confía en mí. Pero al retirarle el jabón, del susto la tamala comenzó a proferir aullidos y graznidos a cual más cargado de decibeles de triple hectopascal infinito punto mil en la Scala de Richter y de la excitación los granos de choclo tenían el tamaño de monedas de veinticinco centavos centígrados.

Alertada por el ruido, Suller intentó rasgar la intimidad de los dos tórtolos inminentes, pero su temor al agua le impedía acercarse y la tamala atribuyendo el rasgo circunstancial a la astucia de su festejante consideró que nunca había visto a un tamal tan desenvuelto, máxime por el hecho de que Reinicio se había despojado de su chala, dejando a la vista su ardiente relleno abundante.

Tras un breve intercambio de innecesarias palabras inerciales, Saravia, no pudiendo contenerse más le preguntó: -Tamara preciosa, ¿aceptas casarte conmigo?.

La orientala desorientada bajó ruborizada su cabeza, pero al contemplar el panorama de su futuro gritó llena de alegría babeante desbordada: -¡Sí!¡Por Onganía!¡Aceptamos, aceptamos, claro que aceptamos!.

El plural de la conjugación verbal en la rección concordante despabiló la atención del erguido príncipe y la tamala le explicó que ella no estaba sola: -Vivo con mis siete tamalitos enanos que duermen en mi camita y se comen mi comidita.

Recordando que en su Guanaco Capado natal estaban por dar "Ahijuna, los Zimpsons", Reinicio dijo que tenía un apuro de padre y señor nuestro y que se tenía que ir volando, porque aunque los crímenes de lesa humanidad son imprescriptibles, los yogures y los alimentos perecederos tenían que aprovechar caaada precioso instante, antes de la señalada hora de la fecha del vencimiento para tener una vida útil.

Y colorín se puso colorado, esta fábula gastroculinaria se ha acabado.

Moraleja:Con el tiempo el amor puede volverse re-amor o la pulsión re-pulsión... Stay in the place where you live, no salgas de tu casa!